Tarde de chicas en el Delta

Al mediodía de un domingo, mis lindas amigas me soprenden, me jalan del brazo y me dicen. . .

vamos, vamos. . . .que salió el sol

A tomar mate, . . . . no importa si hace calor.

Cada una con sus problemas a cuestas, sabíamos de antemano que pasear

era necesario y un momento oportuno para compartir y equilibrar el espíritu.

Al llegar. . . . . . el calor era extremo, por lo que un bolichito aún en tierra

nos arrulló con bebida fresca y un sandwich. . . reconfortádonos el cuerpo y el corazón.

Nos sacamos selfies y nos dejamos las gafas de sol puestas ante semejante intensidad lumínica.

Era el momento de tomar el catamarán. .. . . . Pocos viajeros, mucha paz.

El suave bamboleo sobre el casco, parecía dar masajes a nuestros pies.

El recorrido perfumado de aguas y sonrisas de otros paseantes, nos acariciaba el alma.

La luz cambiante durante todo el recorrido, nos invitaba a ejercitar con la cámara.

Celular, camarita viajera y/o reflex, compartían el asiento y se turnaban como en juego.

No hacía falta hablar, el sonido del motor hacía el fondo acústico,

así como los golpes de tambor que embestía el oleaje a la embarcación.

Una parada de segundos bien largos, de vez en cuando si el conductor quería contarnos algo,

un relato repetido en cada viaje para él, pero sin perder el entusiasmo cada vez.

Historias sobre la vida dura del isleño,

de como reciben sus víveres,

de su esfuerzo para ir a trabajar o estudiar cada día.

Con buen clima o condiciones adversas, mostrando su voluntad de hierro.

Y el contraste con aquellas familias que optan por "vivir el delta" un fin de semana

sin mayores preocupaciones.

Tarde de sol y playa en algunos recovecos, con suave y claro manto para adentrarse al agua.

Sitios históricos,

leyendas

tragedias

y cuando reaccionamos, . . . ya estábamos volviendo al punto de partida.

Sin dudarlo, la mixtura de agua, sol, espacios de verdes,

y una cabaña, chalet o rancho para pernoctar

hacen del fin de semana o el día libre en el Delta, una experiencia única.

Ganas de volver y dar muchas vueltas

siempre que el sol salga . . . .y a la tardecita. . . un bello farolito te ilumine el día.

Texto e imágenes: Andy Pindur

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